
Dublin 17:30 pm............
- Trigésimo día del mes IX del año 2007 después de Jesucristo del sentir.Libro sagrado del sentir.
Traqueteo, viaje movidito. Allí se encontraban nuestros amigos, en un autobus de doble piso, sorprendidos por la peculiaridad de éstos, tan normales donde se encontraban. No tendría mucho sentido ir en la parte de abajo, pues era lo común, así que eligieron la superior para, de paso, disfrutar de la vista. Aunque claro, he de mencionar que el viaje de vuelta a casa era para ellos una aventura. Esa mañana fue su primera experiencia en la ciudad que visitaban, y claro al no conocer el entorno el desconcierto era evidente. En un atisbo de furor, varios de ellos, sabedores de que su línea era el bus 29A; iban armando una más que evidente tremolina.
Cuatro eran los que allí se encontraban. En primer lugar y respetando la jerarquización, estaba el dios del universo, las comilonas y los carzoncillos: El señor Malahide, sentado en primera línea ojo avizor de las calles y el entramado urbano. Junto a éste estaba el señor Fafafi. Antaño rey de la lejana Pajadonia, obligado a abdicar en un cacique local, huyó hasta tierras irlandesas dejando atrás una vida. Rápido de intenciones, hosco en formas aunque con un gran liderazgo oculto, disfrutaba en lo que era para él algo bizarro. A el otro lado del autobús, también en la parte frontal del vehículo, estaban el archiduque For you. Mago, pensador y bardo; mesías de la catástrofe y seguidor de la fuerza del sentir. Junto a él un tipo extraño, decía ser descendiente de un linaje casi olvidado, sangre Vieri. Esa sangre casi celestial, con la que dicen se pueden ver las estrellas y andar con la espalda haciendo castillos de arena con la boca. En realidad era el príncipe de Clontarf, aparecido por un casual y amigo personal de Malahide y Rafafi. A pesar de que todos guardaran su compostura ante la situación, había una atmósfera de nerviosismo y espectación en el ambiente. El vehículo se detenía en paradas que difícilmente nuestros amigos lograban recordar. Fue cuando Clontarf regurgitó un manuscrito de las paradas, aunque en lengua desconocida, los nombres eran claros.
-¡Mirad! tengo un mapa los destinos están claros, dijo Clontarf.
-No he visto que tengas en tu vida nunca nada claro, arremetió Rafafi.
-Zagales, ¡Qué buenos campos de fútbol, me cago en diez!, exclamaba Malahide en otro mundo.
-¡Por Vieri! esa tiene más mala cara que un bizco comiendo limones, exageró For You también en otra esfera.
Después de unos minutos y tras intercambio de risas y diálogos intranscendentes dijo el monarca:
-¡Qué me aspen si esta no es la mia! me suena de haber pasado por ese puente.
-Creo que yo me bajaré también aquí contigo, dijo Fafi.
-Yo...er...yo estoy muy nervioso, no recuerdo cuál era la mia, musitó con nerviosismo Clontarf.
-Tranquilo, tenemos el pergamino, contestó el archiduque.
En esa parada bajaron el musulmán y el monarca, sabedores de que tendrían que afrontar una dura batalla hasta llegar a sus domicilios. Fafi nada más bajar arremetió contra un enemigo con un conjuro potentísimo, migas de pan. El pobre atacante quedó altamente confundido y se tiró a la carretera tras la imagen ilusoria de unos mendrugos de pan, dejándose la vida en el empeño. El monarca Malahide por su parte embestió contra otro cretino a modo de placaje, segundos después su rival era historia.
Mientras tanto el bus seguía su marcha, la parada quedaba atrás. Y una sombra empezó a crecer en el compañero de For you. La tez se le volvió sombría, y el diálogo por unos momentos cesó. Sólo mantenía su mirada pegada a ese trozo de papel, mugriento y cubierto de sudor en manos de éste. For you conocía la posible causa de su malestar. Su amigo tendría que bajar en los dominios de Adshel, no era moco de pavo. Tierras infinitas, llenas de espejismos. Parecen estar en todos lados. El archiduque conocía la naturaleza de esos páramos, una gran presencia de la fuerza del sentir albergaban. El príncipe desconocedor del influjo que producía el detenerse y cruzar aquellos lares, empezaba in crescendo a experimentar en su cuerpo el lado paprotero de la fuerza del sentir. Tras mantener una breve charla con el conductor del bus, y pedir consejo; For You le explicó que era la parada de Adshel. Y lo que no sabía For You es que en cada parada había un adshel particular para cada uno de ellos.
Allí quedó Clontarf con una pequeña espada corta, el horror dibujado en su cara y un pequeño móvil en la mano(celular si estas en sudamérica). Por su parte, el bus seguía su marcha carretera arriba. Cuentan las memorias que Clontarf llamó a toda su familia, su novia, sus amigos, a su mascota, a su tía abuela e incluso hasta a los mismísimos Molly Malone y O'Connel. ¿Qué ocurrio allí? eso es otra historia que algún día será rememorada.
QUE LA FUERZA DEL SENTIR OS ACOMPAÑE.
Pd: Si me inventao algunas cosas la culpa es de la guinnes y vuestra que me traeis malo.